sábado, 24 de agosto de 2013

CIRO EL GRANDE

Babilonia una ciudad cuyas historias son impresionantes, en diversas ocasiones fue el centro de grandes imperios, hasta que la ira de Dios cayó sobre esta. 
“El rey Judá sucumbió ante los invasores babilonios, Jerusalén fue arrasada; sus murallas y su magnífico templo construido por el rey Salomón, fueron completamente demolidos. La mayoría de los ciudadanos de Jerusalén y de Judá fueron llevados cautivos a Babilonia. Sin embargo dios no olvidó su promesa de llevar a su pueblo de regreso a Jerusalén”. Esta promesa está contemplada en la carta de Jeremías a los cautivos, donde les exhorta a no dejarse engañar por los falsos augurios, creyendo que pronto va a operarse su retorno a la patria. El destierro tendrá fin, pero será largo. 
El tiempo de esclavitud de los judíos fue de 70 años, hasta que Dios eligiera al liberador de este pueblo: Ciro el Grande.  

Ciro fue Rey de Persia (559-529 a.C.). El reino de Ciro se extendió 3220 kilómetros el más grande imperio entonces conocido e incluía los territorios de los imperios asirio y Babilónico. Ciro fue escogido por Dios para devolver a su país a los judíos desterrados. Estos habían sido deportados a Babilonia por Nabucodonosor, rey de Babilonia en los años 606 y 587, lo cual provoco el fin de Israel en la tierra de Palestina. La mayor parte de ese pueblo, las tribus del norte: Efraín, Manasés y las otras menos importantes, habían ya dejado de existir como reino Israel después de las deportaciones asirias de los 634 y 621. Años más tarde, el rey persa Ciro el Grande conquista Babilonia (539 a.C.) iniciando una nueva política religiosa, permitiendo la vuelta a los desterrados a sus lugares de origen, así como la restauración del culto a los santuarios destruidos. 
La Biblia menciona a Ciro en el Capítulo de Isaías cuando Dios el redentor lo comisiona: 
Así habla Dios tu redentor, el que te formo desde el seno materno:
Yo, Dios, he hecho todas las cosas, yo sólo estire los cielos, yo afirme la tierra, ¿y quien estuvo conmigo?
Yo digo a Jerusalén “Volverás a ser habitada” Y a las ciudades de Judá: “Serán reconstruidas, pues las levantare de entre sus ruinas”. 
Yo digo a Ciro: “Aquí está mi pastor” y sale para cumplir mis deseos. Él dirá por Jerusalén: ¡Que la levanten!, y por el templo ¡Que sea reconstruido! Para doblegar a las naciones y desarmar a los reyes. Hice que las puertas se abrieran ante ti y no volverían a cerrarse. 
Yo iré delante de ti y aplanare las pendientes. Te daré los tesoros secretos y las riquezas escondidas, para que sepas que yo soy el Dios de Israel que te llamó por tu nombre. 

En su primer año de reinado sobre Babilonia 539/8 a.C. Ciro dio cumplimiento a las palabras que Dios le había anunciado por medio de Jeremías las cuales establecían la reconstrucción del templo en Jerusalén de Judá. El decreto fue un signo de su benevolencia con las diferentes culturas y religiones de los pueblos que había reunido en su inmenso imperio. 
Para la conquista de Babilonia Ciro recibió el apoyo de los sacerdotes en Babilonia, quienes estaban enfrentados a Nabónido (rey de Babilonia en ese entonces) a causa de las reformas religiosas, por ello es que la llegada de Ciro a la ciudad es celebrada por muchos. En poco menos de treinta años, Ciro extendió los dominios persas hasta Asia Menor, la India y Egipto, creando el mayor imperio de la historia hasta la aparición del poder romano.
Algunas características sobresalientes de Ciro fueron:
 El fin que puso al cautiverio de los judíos, permitió el regreso de miles de ellos a  Palestina, la restauración de su religión, se presentó como un liberador, no como un conquistador. Es por esto y más que para la Biblia Ciro fue el “ungido de Dios”, que en hebreo se dice “Mesías”, término que la Biblia reservaba para el sumo sacerdote o para el rey heredero de las promesas hechas a David.   
La biblia menciona a Ciro en sus libros, entre ellos están:

Isaías (capítulos 45,1) en este libro se le llama Ungido (Mesías) a Ciro.
Esdras (capítulo 1 versículos 2-4) se presenta una versión del edicto de Ciro que pone fin el exilio judío en Babilonia.
Daniel posee varias referencias a Ciro.
El Segundo libro de las Crónicas (36, 22-23) presenta otra versión del edicto de Ciro. Esdras (1, 2-4) 

Ciro Grande fue considerado un hombre gentil y humilde, se distinguió por una política de tolerancia religiosa hacia los pueblos vencidos. Un hombre justo y clemente, murió en el año 530 a.C. Darío primo de este asumió el cargo de rey, considerándolo el más legendario rey de persa.  El templo de Dios fue terminado, el tercer día del mes de Adar, en el sexto año del reinado de Darío.

























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