viernes, 6 de diciembre de 2013

DOS MUNDOS DISTINTOS


El jardín de las delicias: Obra de El Bosco




La Última Cena: Obra de Leonardo Da vinci
Las principales expresiones artísticas han venido provocando una suerte de hostilidad tanto del público como de la crítica artística. El equívoco y la dificultad nacen, por lo general, de la consideración del arte como una representación mimética de la realidad y de otorgarle valor en función de su grado de respeto a las formar del mundo exterior. Según estos parámetros, la perfección máxima sería cuanto más poder de ilusión tienen una obra para reproducir fielmente la naturaleza, fidelidad que permita al espectador reconocer objetos, escenas o figuras en la obra, y proporcionarle medios agradables para apreciarla visualmente.

Y es que en el Renacimiento se sigue defendiendo la idea básica de belleza del periodo clásico como armonía de proporciones, y sus grandes creadores se centraron por encontrar los más perfectos cánones de belleza; así, algunos afirman que lo bello se reconoce por la proporción y armonía que muestren los objetos hermosos.  

Sin embargo, curiosamente muchas obras  de otro tiempo, extraordinariamente apreciadas no encajan con este concepto de la realidad, bien al contrario. Y es que la perfección absoluta según el artista alemán Durero, no existe.  Caso contrario a lo que Leonardo Da Vinci, reflejaba en sus obras. Leonardo es el mayor exponente del renacimiento, el cual estudio la belleza humana, empleando las proporciones divinas y proporciones de cuerpo y rostro en cada una de sus obras.

No hay civilización que no haya tenido un sentido diferente de la belleza, y por esta razón, en ocasiones, se han destruido obras de periodos anteriores porque la moda, el gusto o la estética del momento imponían otro estilo. Tal es el caso del artista EL BOSCO.  Lo que llama la atención de todo aquel que observa una obra de 'El Bosco' es su "surrealismo"  En sus obras abunda el sarcasmo, lo grotesco y una imaginería onírica. Una de las explicaciones para esto es que 'El Bosco' aún se encuentra imbuido por la cosmovisión medieval repleta de la creencia en hechiceras, la alquimia, la magia, los bestiarios, los tesaurus, las hagiografías...

Tanto en las pinturas de asunto religioso como en las de tema profano introdujo todo un mundo de seres, ora normales, ora monstruosos, presentados en actitudes expresivas. La complejidad de los símbolos que utiliza dificulta a menudo la comprensión cabal de sus obras. Su universo de desbocada imaginación, poblado de figurillas fantásticas que parecen surgidas de una pesadilla infernal.
El Bosco nació en 1450 en Holanda

No existe por tanto, un criterio universal para la belleza. Un paseo por el arte sorprende por su belleza, pero también por su diversidad y variedad. En este sentido, es inútil intentar establecer jerarquías ni tratar de darle mayor valor a una u otra belleza; la obra de arte no tiene sentido más que dentro de un determinado orden donde conviene estudiarla para conocerla.
Los críticos de arte, a lo largo de la historia, se han situado en una postura conservadora y a menudo han rechazado los avances y cambios plásticos, que sin embargo, con el tiempo han sido plenamente aceptados. 

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